domingo, 29 de junio de 2008

Christian el león

Hago un paréntesis inesperado antes de la siguiente entrada, que será titulada "Mis inicios en el INSS (y II)" (último paso introductorio antes de comenzar a exponer asuntos realmente morbosos acerca del mundo de la Seguridad Social) porque he descubierto un vídeo que merece ser la entrada de la semana.
Asunto: un león criado por una pareja de chicos ingleses que ven que al hacerse grande el animalico lo mejor es llevarlo a una reserva natural para que haga cosas de leones, como corresponde a su condición. Al cabo de un tiempo vuelven a la reserva natural y se reencuentran con él. Como amante que soy del mundo felino y como ser privilegiado que mantiene relaciones de absoluta complicidad con sus gatos, decido que esta historia tiene prioridad sobre cualquier otra. El vídeo es sencillamente espectacular.
Moraleja que nos enseña el leoncito Christian: el verdadero amor (de cualquier tipo) se da desde la más absoluta libertad. Llámenme cursi, me cagaré en su puta madre para compensar.
Aprovechen los instantes porque pasan por momentos.

miércoles, 18 de junio de 2008

Mis inicios en el INSS (I)

Cuando eres nueva en un puesto de trabajo hay un periodo de acomodación y asentamiento. Durante semanas la gente te mira sin parar hasta agotar la novedad, mientras tú vas tanteando para decidir cuáles podrán ser los compañeros en los que resguardarte y con los que departir sobre (y en contraposición con) otros compañeros, estableciendo así un equilibrio de fuerzas necesario. Incluso si eres un ser lo suficientemente inestable, como yo, habrá personas que unos días te caigan muy mal y que otros días te caigan muy bien, sintiéndote cíclicamente culpable cuando te caigan muy bien por cuando te cayeron muy mal, alcanzando de este modo una insatisfacción permanente además de lograr con ello un recurrente tema de conversación.
No tardé en descubrir que El Ciudadano formaba en su conjunto una masa esencialmente sensible que se precipitaba sobre mí, necesitada de ser atendida por alguien que, además de escucharle, solucionara sus problemas de la manera más oportuna utilizando los mecanismos ofrecidos por la Administración. Siempre me presentaba muy arreglada en mi puesto de trabajo de Nivel X, me erigí sin duda alguna en la parte más cuca del Estado y además no tardé en ganar prestigio, poseía una enorme capacidad de disuasión y siempre lograba que el "cliente" se marchara rápido pero satisfecho al mismo tiempo. En una ocasión estuve a punto de no lograrlo y de echar a perder mi buena fama, pero finalmente y tras una acalorada discusión con aquella mujer disfrazada de avispa, le certifiqué como ella me solicitaba que, muy posiblemente, era nieta de Alfonso XIII y que su psiquiatra en realidad, también muy posiblemente, era un republicano de mierda. En el mismo escrito yo, como representante del Estado, le advertía a María Patiño de que, muy posiblemente, no debería vertir ninguna opinión al respecto en Antena 3 TV bajo amenaza de que, probablemente, tuviera que atenerse a las consecuencias. Si algo me había enseñado haber estudiado Derecho es que la ambigüedad es el arma más poderosa para decirlo todo sin afirmar nada, y yo en ese momento era capaz de cualquier cosa con tal de mantener mi estatus de funcionaria ganadora.
Todo iba viento en popa hasta que un buen día mi jefe me invitó a acompañarle a la planta semisótano, conocida como la de "Oportunidades", que siempre había permanecido cerrada (por aquel entonces y ante la avalancha de bajas médicas de afectados por depresión tras la nueva derrota de la selección española de fútbol en cuartos de final de un importante torneo internacional, el ministerio había habilitado unas instalaciones temporales sobre las ruinas de Galerías Preciados).
To be continued...

martes, 10 de junio de 2008

Yo ya no puedo más


Saludos cordiales señoras y señores, soy Spencer, Lajuana Spencer. Funcionaria conversa, en algún momento pasado opté por "la privada", llegando a adoptar la competición como medio de realización personal hasta que un día la enorme losa de la autosuperación se precipitó violentamente sobre mí, dando lugar a una dolorosa muerte por aplastamiento. Fueron tiempos gloriosos. En aquella época yo me hacía llamar Bancroft, Gunila Bancroft. Sabía hablar con suma perfección en 3 idiomas y escribía intachablemente en otros dos completamente diferentes (hoy por hoy me acuerdo tan solo de un idioma escrito y de algunos insultos hablados y escritos muy recurrentes de los demás); había estudiado un total de 3 licenciaturas, titulándome en una de ellas (ADE) gracias al esfuerzo de mi padre y en otra (ADE) gracias al esfuerzo de mi hermana gemela (durante la tercera licenciatura, ADE, me atraganté apasionadamente con parte de uno de mis profesores en plena revisión de examen, organizándose un escándalo en el que intervinieron, primero, un bedel que interpretando de manera muy equivocada las circunstancias trató de unirse al evento logrando una clarísima satisfacción además de algunos aplausos y, más tarde, un médico de urgencias, dos enfermeras, un sacerdote que me aplicó la extremaunción por el lamentable estado de salud y por unos pecados evidentes, además de una de las chicas de la limpieza que se encargó de lo del bedel. Tuve que renunciar a seguir mis estudios en la universidad por culpa de los, a partir de entonces, nada afortunados comentarios vertidos por los que se hacían llamar mis compañeros); también poseía un máster en dirección de empresas, diversos cursos que trataban de la dirección de empresas, certificados de asistencia a charlas acerca de la dirección de empresas, dos caniches (uno blanco y uno negro), varios hamsters (hembra), una iguana (de chocolate) y un Rey Mago (de carne y hueso, con apariencia de chocolate).
Dado mi brillante expediente académico logré encontrar trabajo de administrativa en una importante multinacional ganando el salario mínimo interprofesional, con la categoría de becaria. Me lié con mi jefe y sin embargo no logré ascender. Me enamoré de mi jefe pero mi puesto seguía siendo el mismo de siempre. Tuve un hijo con mi jefe pero nada hacía presagiar un avance en mi vida profesional. Escupí a mis compañeros y pasé al paro. Demasiado sacrificio para tan pocos resultados. Me vi de pronto al borde del suicidio, próxima a morir por amor. Mientras cruzaba la calle distraída pensando en todo lo sucedido, a puntito estuvo de atropellarme un Seat Marbella. Fue entonces cuando decidí comprarme un coche para no morir por nadie pero me empotré contra la férrea defensa de la selección italiana de fútbol. Todos (mi hijo, los futbolistas y yo) resultamos muertos.
Tras cuatro meses de reflexión después de todo lo sucedido decidí cultivar mi vocación de servicio al ciudadano, razón por la que oposité y además aprobé. A la primera.
Hoy por hoy (y ayer por ayer, porque ya hace tiempo) me he convertido en alguien más o menos subordinado dentro del organigrama de mandos del INSS (Instituto ¿Nicaraguense? de la Seguridad Social). Pero, ¿qué es el INSS? Es una de las tres provincias lógicas integrantes del gran Estado popularmente conocido como Seguridad Social (junto a la TGSS y al ISM, acrónimos estos dos también de Instituto ¿Nicaraguense? de la Seguridad Social).
¿Por qué este blog? Para pasar un rato comentando desde mi punto de vista historias del INSS que bien pudieran ser reales, que bien pudieran no serlo. Historias que (me) ocurren, historias que intuyo, historias que me gustaría que se sucediesen o historias "porquesí". Y esto, espero que al menos una vez a la semana.
¿Alguien ha visto al señor SICRES?